La definición del cansancio esta ausente. Toda asociación al cansancio remite a la idea de esfuerzo, trabajo, decremento de la potencia. Sin embargo, todos estamos cansados. La experiencia del cansancio abre el espacio a dos escenarios. Uno, sentir el peso de la propia existencia. Dos, contemplar el entorno para reconciliarse con el otro. En cualquier caso, tanto si pesa la existencia como si el otro es compatible, el cansancio interrumpe la actividad, disminuye el yo. El yo es más o menos yo en el cansancio. Y eso se ve en la vejez, el exceso de actividad, la fatiga del otro, el hartazgo, la saturación de repetir y tener que repetir lo mismo días tras días. Nos ubicamos en Peter Handke (1942) quien nos habla del cansancio con miedo al otro, como ser que se escinde la mujer y de la mujer que se escinde del hombre, el cansancio que glorifica un pasado cuya memoria a nadie importa. El cansancio del espacio intermedio que añora la escena de los viejos que bajaban de la mina a comer cansados, una al lado del otro, en el campo. El cansancio de la mujer que entra a la taberna y lleva en brazos un niño cansado que solamente mueve un brazo. El cansancio del viejo que ve un grupo de adolescentes que persiguen una liebre y matan a una serpiente, indiferentes y gritando (solamente eso pueden hacer los adolescentes: pegar gritos necios). Handke confia en la posibilidad de cansarse amando al manos donde se sienta a escribir todos los días. 0 el repliegue sobre sí mismo sintiendo el peso de la existencia. Estamos cansados, hagamos lo que hagamos.
